martes, 13 de octubre de 2015

Interesting Acuatic Animals

MANTIS MARINA

Las mantis marinas, que también reciben los nombres comunes de esquilas, galeras, langostas mantis y tamarutacas, son crustáceos estomatópodos que, aunque generalmente son pequeños, pueden alcanzar en ependencia de la especie (existen más de 350 descritas), tallas cercanas a los 40 cm de largo.
Una de las características más llamativas de estas criaturas es su sorprendente fuerza. Al igual que las mantis religiosas, presentan unas extremidades anteriores raptoras muy fuertes con las que, mediante rápidos movimientos que están entre los más extremos que se conozcan en el reino animal, capturan a sus presas, perforándolas o triturándolas, en dependencia de si los apéndices son espinosos o con forma de garrote o martillo. 
La velocidad del ataque es tal que puede compararse a la aceleración que alcanza una bala de calibre 22 y, si de casualidad falla el ataque, la onda de choque que produce es tal que puede aturdir de tal manera a la presa que esta difícilmente escapará. Es conocido que algunas especies han llegado a romper el cristal de algunos acuarios y que, por unos milisegundos, pueden producir un chispazo submarino solo visible con los instrumentos científicos adecuados y que es capaz de alcanzar cientos de grados de temperatura.

 Con este violento golpe son capaces de romper las duras conchas de los caracoles y ostras, así como los caparazones de los cangrejos, o arponear sin posibilidad de escapatoria a los peces que se les acerquen demasiado. 





Curiosidades de las mantis marina

Los ojos de estos crustáceos están entre los más complejos que existen, están compuestos por miles de estructuras llamadas omatidios en cada ojo, que se disponen de tal manera que les permiten una visión trinocular, con una amplia percepción de la profundidad. A su vez estos ojos están situados en pedúnculos que se mueven independientemente uno de otro, por lo que es difícil que algo escape a su aguda mirada.
Otra curiosidad es la complejidad de su comportamiento para comunicarse con sus congéneres. Se conoce de los elaborados rituales de lucha de algunas especies para defender su territorio, así como el uso de patrones fluorescentes para avisar de su presencia.
Algunas especies pueden vivir hasta dos décadas o más, y en el caso de las que son monógamas, pueden convivir juntas todo este tiempo estableciendo muy bien las actividades que a cada uno le corresponde dentro de la madriguera, como por ejemplo, la cuida de la puesta o la búsqueda de alimentos.
 

 

 

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